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miércoles, 31 de enero de 2018

Respondiendo críticas sobre el activismo autista

En estos últimos días la comunidad autista ha asistido a una serie de acontecimientos bastante curiosa, como poco. Para quienes no estéis involucrades con la parte activista de la comunidad, puedo resumirlo todo en: una de las iniciativas creadas en el seno de la comunidad hispanohablante fue subrepticiamente atacada, nosotres nos defendimos usando el hashtag que fue atacado hasta hacerlo TT en Twitter y luego alguien del mismo medio ha publicado ayer un artículo bastante extenso (no quiero pensar que a modo de represalia) queriendo desmontar todo cuanto hacemos y defendemos desde el activismo autista desde su perspectiva de… Persona alista webmaster de una web de autismo dirigida a neidres y tutores.

Para quienes quieran leer el artículo dejo este enlace, pero debo avisar que es bastante extenso, por lo que hay que reservarle bastante tiempo. Además, en mi opinión, hay partes del escrito en las que noto al autor sarcástico e incluso violento, de forma muy subrepticia, todo sea dicho.

Antes de comenzar con el tema que quiero tratar, me gustaría aclarar que esto NO es una respuesta directa al artículo citado. De hecho, puedo afirmar que, si bien ha servido de inspiración, realmente es algo sobre lo que quiero tratar desde hace un tiempo, solo que ahora se ha vuelto más relevante para mí. Si alguien está interesade en leer respuestas directas al escrito de Comin, le recomiendo la página Alistas bajo cuerda.

Voy a ser muy directe: una persona alista, independientemente de qué tipo de relación tenga con el mundo del autismo, NO TIENE AUTORIDAD para decidir sobre activismo autista. Y si alguien aún considera que sí, quiero que piense en este ejemplo: estáis en una manifestación contra el racismo. Alguien toma un megáfono para leer un discurso, pero para vuestra sorpresa, la persona que lo toma es blanca. Este ejemplo me lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué una persona del grupo opresor tendría que tener voz en la lucha de un colectivo que está oprimiendo?

Estoy de acuerdo en el que uno de los “defectos” que se le pueden encontrar al activismo autista en español es que la presencia de autistas no verbales es casi nula. De hecho, solo sé de dos personas no verbales en Twitter. No obstante, seguimos el trabajo de les autistas no verbales de habla inglesa, ya que elles fueron quienes iniciaron el activismo autista. Yo misme soy asidue a los escritos de Amy Sequenzia por su manera clara y directa de expresarse. Y aunque la ponga a ella de ejemplo, hay otres activistas no verbales como Mel Baggs o Ido Kedar, por citar a quienes se me vienen a la mente.

Sin embargo, a pesar de falta de autistas no verbales en el activismo hispanohablante, debido a que los pilares fundamentales del activismo autista han sido establecidos por autistas no verbales, lo que hacemos es replicar y expander sus principios. Por lo tanto, lo que parece una crítica lógica acaba siendo una afirmación carente de análisis.

Otra crítica a la que soy incapaz de encontrarle sentido es al hecho de que se deba tener un diagnóstico oficial para poder ser activista. Tengo dos razones para estar en contra de esta premisa:

1. El ser autista no entiende de si tienes un diagnóstico formal o no. Eres autista o no lo eres. Puedes autodiagnosticarte porque no puedes permitirte el proceso de obtener el “visto bueno” de un especialista, ya sea por razones económicas, de salud mental o simplemente por no comprometer tu seguridad personal. Pero este no es un escrito sobre autodiagnóstico, así que no me alargaré en este punto.

2. Afirmar que el activismo autista solo debería ser llevado a cabo por personas con un diagnóstico oficial es simplemente una forma más de les alistas de controlarnos, pareciendo “olvidar” que elles por su condición de alistas son les primeres que deberían callar y escucharnos en lugar de filosofar sobre lo que hacemos o dejamos de hacer con nuestra lucha social. Aparte, negándole el derecho a hablar y reivindicar a aquelles que no tienen un diagnóstico formal corremos el riesgo de cerrarle las puertas a mujeres, personas racializadas, personas transgénero o no binaries y personas con bajos recursos económicos. Y no sé vosotres, pero yo quiero un activismo lo más interseccional y plural posible.

Y, por último y probablemente el punto más importante… Quisiera señalar el absurdo al que muchas veces nos vemos sometides por parte de nuestres detractores cuando se empeñan en remarcar la supuesta separación Asperger/autismo clásico y lo refuerzan con las susodichas etiquetas de funcionamiento. Ya que he centrado este artículo en responder críticas hechas a nuestro activismo no quiero alargarme, pero me gustaría tratar este punto con más detenimiento en un escrito aparte. Sin embargo, una explicación nunca viene de más.

El hecho de que Asperger pase a integrarse bajo la entidad diagnóstica llamada Trastornos del Espectro Autista (TEA) no es un “no sabemos qué le pasa a le niñe”. Es autista, fin. La diferencia respecto a las anteriores denominaciones diagnósticas y la reciente TEA es que la segunda procura no ser tan patologizante ni limitante. El autismo es un espectro, y como tal, hay muchos tipos de autismo. De hecho, no hay dos personas autistas iguales. Es más, la misma persona autista puede cambiar y cambia a lo largo de su vida. Una persona Asperger puede tener más dificultades que alguien autista clásico debido a un mal entorno, presencia de enfermedades mentales, falta de apoyos…

Y aquí es cuando entran las etiquetas de funcionamiento.

No me parece correcto ni ético hablar de etiquetas de funcionamiento cuando cada vez está más claro que no son más que una invención desde el paradigma de la patología para simplificar y silenciar nuestras vivencias y experiencias, todo ello basado desde lo que se percibe desde fuera. ¿Te etiquetan como “autista de alto funcionamiento”? Bien, entonces le restaremos importancia a tus problemas porque no son para tanto. ¿Y si dicen que eres “autista de bajo funcionamiento”? Bueno, ya que no sabes hablar, qué más dará lo que tengas que decir. Resumiendo: son una forma rápida y eficaz de silenciarnos y enfrentarnos. Y yo no quiero eso en mi activismo ni en mi entorno.

Después de esto, si alguien se sigue cuestionando la legitimidad del activismo autista o se empeña en seguir haciendo críticas que acabo de desmontar, lo único que podré decir es que se calle y escuche, porque de poco vale construir castillos de palabras si sus cimientos son la violencia que les oprimides hemos aguantado desde siempre.

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