Páginas

miércoles, 22 de mayo de 2019

Mentiras piadosas

Abril ha sido un mes un poco complicado en lo personal. Aunque al final los cambios han sido mayoritariamente a mejor, lo cierto es que uno de los catalizadores me mantuvo bastante ocupade y ansiose, hasta que afortunadamente conseguí arreglar la situación, no sin ayuda de mis amigues y seres queridos. Y, mientras trataba de arreglar la situación, pasó algo que me hizo pensar sobre cómo percibo el mundo de las mentiras. El de las mentiras piadosas, en este caso. 

Era un lunes por la mañana y yo estaba en el trabajo. En uno de esos momentos en los que no había tarea que hacer, una compañera se me acerca y me pregunta si puedo hacerle el favor de cubrir su turno del día siguiente. Debido a que tenía un compromiso personal, aprovechando mi día libre, era incapaz de coger ese turno, por lo que educadamente le respondí que no, sin entrar en demasiados detalles. 

Pero, cuando llego a trabajar el miércoles por la mañana, lo primero que me dice mi jefe, intentando suavizar el tono de reproche, es que el día anterior no había respondido al teléfono y, palabras literales suyas, “le estaba fallando mucho”. ¿Mi respuesta? Que no había cogido su llamada porque ni siquiera estaba en Manchester, y que por lo tanto no podía ir a trabajar. 

Sin embargo, a pesar de saber que realmente no había hecho nada malo, no tardé mucho en sentirme mal por haber mentido de una forma tan obvia. 

La cuestión es que yo tenía mi día libre el susodicho martes. Y creo que todes estaréis de acuerdo conmigo en que puedo hacer con mi tiempo libre lo que se me antoje. Por lo tanto, no le debo explicaciones de tinte personal de ningún tipo a mi jefe. Quizá por eso, de forma casi instantánea, pensé que era buena idea simplemente decir que no estaba por la ciudad. Pero claro, no pensé en cómo de mal me podía sentir emocionalmente, a pesar de ser una mentira que realmente no dañaba a nadie. 

Para complicar más mis emociones respecto a mi mentira, mi jefe mencionó que mi compañera no había ido a trabajar alegando que estaba enferma. Hasta aquí hubiera estado bien. No obstante, yo sabía que eso no era verdad, ya que la razón por la que mi compañera insistía en necesitar que alguien la cubriera aquel martes es que necesitaba atender a sus hijos. Por lo tanto, había mentido por ellos. Pero yo, de forma egoísta, me sentí como si hubiera tenido que mentir porque otra persona había mentido en primer lugar, incluso cuando realmente no había necesidad de que yo mintiera. Y aún así, lo hice. 

Esperad, que aún no he terminado. La razón definitiva por la que ese día me sentí horriblemente mal no fue solo por la mentira en sí. En ese momento, debido a problemas de convivencia con la persona con la que compartía piso, estaba buscando una nueva habitación de forma urgente. Algunes de mis compañeres lo sabían porque hubo un día en el que me sentí extremadamente mal en mi turno y acabé llorando en la sala de staff de puro estrés. 

La mudanza, aunque realmente estaba avanzando bien, se sentía como un mundo enorme ante mí, y eso me hizo tener un estado de ánimo horrible hasta el día en el que supe en el que todo estaba en orden. Sin embargo, me sentí moleste porque mi jefe no había tenido eso en cuenta, y ese compromiso personal era mi manera de relajarme de todo el estrés emocional que supone una mudanza exprés. 

Y, a pesar de todo, casi sin pensarlo, mentí y me sentí fatal. Aunque no le deba explicaciones personales a mi jefe. Aunque mi compañera tenía una buena razón para mentir. Aunque necesitaba ese respiro. Pero mentí, y no sentí que estuviera bien, a pesar de que mi mentira no dañaba a nadie. 

Si una mentira así de pequeña e inofensiva me hace sentir así, ¿cómo me sentiré si algún día debo decir una mentira aún más grande y peligrosa? ¿Aunque tenga buenas intenciones? Está claro que esta mentira era obviamente piadosa por las razones que ya he expuesto, pero la cuestión es que soy muy consciente de que los alistas suelen recurrir a mentiras más crueles para conseguir cosas menos nobles que mi evasión ética de hablarle de mi vida personal a una persona que no debería tener interés en ella. 

Tras este día, a pesar de lo poco retorcidas de mis intenciones, decidí que mentir no era una buena idea. No por los demás, si no por mí. Admito que no sé mentir, por pequeña que sea la mentira, y si ya me siento mal por algo así, no quiero pensar en cómo de grande sería mi remordimiento si decidiera mentir en algo más importante. 

Al final, mentir es algo que, en mi opinión, es una alegría que esté fuera de mi alcance. He sido víctima de mentiras muy grotescas en mi vida personal, y sinceramente, no me gusta la idea de que quizá tenga el poder de hacerle lo mismo a otras personas. Si ni siquiera puedo hacerlo de manera inocente…

miércoles, 3 de abril de 2019

El silencio de los Skitty

Dos Skitty jugando bajo el cielo nocturno
NdA: he decidido titular este escrito "El silencio de los Skitty" ya no sólo porque es una referencia un tanto humorística a cierta película y al hecho de que Skitty es mi pokémon favorito. Usé este mismo título en un pequeño audio que subí a mi Twitter privado para hablar sobre una experiencia en la que mi silencio era fundamental.

Cuando este blog nació hará cosa de tres años, mis intenciones eran muy diferentes con él. Quería hacer algo grande, en equipo con varias personas y hacer un cambio en cómo se percibe el autismo y cómo somos tratades les autistas.

Ahora que tengo distancia emocional y espiritual con la persona que era hace tres años, puedo darme cuenta de que, aunque algunas cosas han tenido que cambiar a la fuerza y algunos objetivos sea mejor olvidarlos, lo cierto es que no debería sentirme mal conmigo misme. Aunque en apariencia sea invisible, sé que he conseguido cambios positivos. No en cosas grandes como instituciones o asociaciones, pero sí en personas individuales, que al fin y al cabo, a día de hoy, considero que es lo más importante.

Como ya he comentado en alguna ocasión, mi salud se ha visto resentida desde el año pasado, aunque por fuertes cambios personales he ido desechándome de cualquier fuente de estrés y malestar emocional. Pero cuando aparecieron mis problemas de salud, me dije claramente que no quería exponerme a males innecesarios. Y ahí fue cuando me di cuenta de que mi activismo tenía que cambiar para adaptarse a mí.

No quería dejar de escribir en este blog, y honestamente, no quiero dejar de hacerlo, ni tengo planes de ello. Considero que escribir es una actividad que me ayuda a ordenar mis ideas y, sobre todo, a comunicarme sin sentir que no me estoy explicando como debería o mi interlocutor me está haciendo caso. Pero las redes sociales… Eso ya es una historia diferente.

Siempre he tenido un aguante muy bajo al estrés. De hecho, aún a día de hoy afecta a mi salud intestinal, a pesar de que ese síntoma no tiene relación con mi enfermedad real, de ahí que pensara durante muchos años que lo mío era simple colon irritable. Y el problema de las redes sociales es que, si te muestras claramente como activista, tarde o temprano recibirás acoso de personas que ni están de acuerdo contigo ni intentarán entender tus ideas. Y eso, para quienes no lo hayáis vivido, puede ser muy estresante.

Obviamente, no estoy en la misma situación que hace tres años. Entonces estaba peor a todos los niveles, y el activismo era prácticamente mi única salida y esperanza de cambiar las cosas. Sigo creyendo que hablar sobre autismo desde el paradigma de la neurodiversidad es sumamente importante. No quiero que haya niñes que crecieron odiándose a sí mismes por el capacitismo de esta sociedad. Y tampoco quiero que haya adultes negando quiénes son por la misma razón. Sé lo mal que se pasa porque yo he estado en esas situaciones.

Pero si algo he asumido mientras aprendía a quererme a mí misme es que yo seré la única persona que estaré conmigo misme toda mi vida. Y eso implica que debo autocuidarme. Está bien tener amigues y personas cercanas que puedan brindarte cuidados. Pero hay cosas que solo yo puedo hacer por mi bienestar. Y lo cierto es que me he dado cuenta de que cuando uso las redes sociales con fines puramente activistas mis niveles de estrés se disparan. Y eso teniendo en cuenta mi estado de salud actual no me parece buena idea.

Obviamente, el problema no me vino a raíz de cómo brotó mi enfermedad hasta ser algo bastante desconcertante de llevar. Era algo que sentía desde que la primera vez que hubo acoso hacia el Twitter de NeuroAwesome. Me sentía como si un grupo de extrañes se hubiera metido en mi casa y pudiera volverlo a hacer otra vez, sin importarles lo que pudiera pasar conmigo. Y eso no me hacía sentir para nada bien. Además, recuerdo que cuando paré de escribir fue por una serie de circunstancias personales que me produjeron un repunte bastante fuerte en mi estrés postraumático.

Pero ahora que tengo esa distancia con mi yo del pasado, tengo claro que usar redes sociales de forma exclusiva para hablar de activismo no me hace sentir bien. Sé que a simple vista puede parecer absurdo, ya que al fin y al cabo, si no hablo de lo que escribo en este blog, ¿quién va a leerlo?

Sin embargo, si en alguno de mis perfiles personales hablo ocasionalmente de activismo, me siento mejor. Aunque no me canso de aclarar una y otra vez que no me siento nada cómode si la gente muestra interés en añadirme solo por lo que pueda decir por activismo. Por lo tanto, creo que lo más sano para mí es ceñirme a ese principio. Hablar cuando sienta que tengo que hacerlo, y hacerlo en los términos que considere que sean más sanos para mí. Y si prescindir de usar perfiles exclusivos me ayuda a sentirme mejor, que así sea.

Obviamente, no me parece buena idea borrar ningún perfil. ¿Y si alguien malintencionado intenta usurpar la identidad de este blog? ¿Y si cambio de idea y no puedo recuperar los usuarios originales? ¿Y qué pasa con todo el tiempo invertido en esos perfiles? Dejarlos desatendidos no es visto como buena señal, pero una señal aún peor sería que, por forzarme a mí misme a mantener una comunidad fuera de mi objetivo, el cual es escribir, mi salud física y mental comenzara a resentirse por causa de ello. Desde fuera puede sonar egoísta e incluso vago, pero desde mi perspectiva creo que es la decisión más responsable que puedo tomar.

Creative Commons

Licencia Creative Commons

NeuroAwesome por Sariel Arjona se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en www.neuroawesome.com.