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sábado, 6 de febrero de 2016

¿Qué es un colapso?

Los colapsos son la respuesta que suelen ofrecer les autistas a determinados estímulos que incomodan o generan un gran malestar. Llamaremos a estos estímulos detonantes. Describiéndolos de manera gráfica, es como agitar una botella de refresco sin abrir durante mucho tiempo. ¿Qué le acaba por suceder a la botella? Explota debido a la presión que ejerce el gas en su interior. Un colapso funciona de forma parecida. 

Los detonantes varían de persona en persona, aunque los más comunes suelen ser eventos o respuestas inesperadas, sobreestimulación sensorial o contacto social forzado o prolongado. Cabe destacar que la mayoría de las veces un colapso es causado por una serie de eventos estresantes en la vida de le autista en un corto espacio de tiempo, aunque a veces un simple estímulo en un momento inadecuado puede ser más que suficiente como para provocar un colapso. 
Como curiosidad, el nombre en inglés es meltdown, cuya única traducción al español (según Google) sería fusión nuclear. Meltdown retrata muy bien la naturaleza de un colapso.  
Al no haber un equivalente exacto en español lo suficientemente conciso, he decidido usar la palabra “colapso”, pues esta retrata la sensación de sentir que el mundo se nos echa encima y no somos capaces de tomar el control de nuevo.
Aunque a simple vista la mayoría de colapsos se suelen confundir con rabietas, hay varios indicadores para diferenciarlos entre sí. 
  • En el caso de una rabieta, la persona afectada estará atenta a la reacción de los demás. Esto no sucede en los colapsos. 
  • Las rabietas tienen un objetivo claro y definido, pero no los colapsos. 
  • Alguien teniendo una rabieta tendrá cuidado de no hacerse daño ni herir a los demás. En los colapsos, la persona afectada pierde cualquier noción de seguridad, con lo que puede hacerse daño incluso a sí misma sin ser consciente de ello. 
  • Las rabietas paran una vez que se ha cumplido el objetivo deseado. En el caso de los colapsos, al contrario, tienden a durar incluso después de que se haya resuelto la causa aparente. 
  • En las rabietas, tenemos la sensación de que la persona que las tiene es la que controla la situación. En los colapsos sentimos que nadie controla la situación.
Con esto, podemos concluir que un colapso es un evento en el que le autista reacciona a una serie de detonantes, perdiendo el control de sí misme por completo, incluso la noción de seguridad. Debido a la naturaleza de estos eventos, es importante conocerlos, ser capaces de evitarlos en la medida de lo posible y hacer que sean lo más llevaderos posible para le autista y las personas que le rodean. 

Tipos de colapso 

Según Emma Dalmayne, existen dos tipos de colapsos: los de tipo furioso y los de tipo depresivo. Aunque ella no lo especifica en sus textos, los de tipo furioso son los colapsos más cercanos a las rabietas, mientras que los colapsos de tipo depresivo suelen ser fácilmente confundidos con ataques de ansiedad. 

Los colapsos de tipo furioso surgen a partir de un detonante que causa frustración. Por ejemplo: intento coser un agujero en mis pantalones, pero necesito enhebrar el hilo en la aguja. Lo intento una vez, pero no lo consigo. Lo vuelvo a intentar, con el mismo resultado. Sigo tratando de enhebrar el hilo, pero no soy capaz de hacerlo, y cada vez me pongo más nerviosa porque son los únicos pantalones que tengo limpios. Y acabo colapsando por la frustración. 

En cambio, los colapsos de tipo depresivo son causados por detonantes que producen tristeza. Por ejemplo: he estado estudiando mucho para un examen muy importante, pero solo he sacado un 3. Soy absolutamente incapaz de quitarme el suspenso de la cabeza y me siento extremadamente inútil y estúpida. Empiezo a pensar que no sirvo para nada y que por mucho que me esfuerce voy a ser incapaz de hacerlo mejor. Y colapso por mis sentimientos negativos. 

Cuidados durante un colapso 

Aunque existen ciertos cuidados concretos para ambos tipos de colapsos, por lo general hay que velar por la seguridad de le propie autista y las personas que le rodean quitando de su alcance cualquier objeto con el que pueda autolesionarse o hacerle daño a los demás. Sin embargo, no se recomienda restringir su movilidad a menos que un profesional de la salud haya considerado que es mejor hacerlo. 

En caso de que le autista tenga la costumbre de morder o dar cabezazos para intentar relajarse, se le puede proveer de un juguete para morder o un casco protector, dependiendo de su necesidad. 

En caso de que le autiste sea une niñe, no hay que dejarle sole. Si le niñe se siente incómode, se le puede otorgar cierto espacio personal, pero sin dejar de supervisarlo, pues ni le propie niñe es consciente de lo que pasa. 

Si le autista es une adulte se le puede dejar sin supervisión si aún puede manejar su colapso por sí misme. En caso contrario, se puede aplicar el consejo para infantes, respetando su espacio personal. 

Si es un colapso de tipo furioso, además de morder y dar cabezazos, le autista puede sentir la necesidad de dar patadas y puñetazos. En ese caso, siempre que sea posible, se le puede dejar algo blando para que sea capaz de desahogarse sin hacerse daño o hacérselo a los demás. Algunas alternativas caseras podrían ser una almohada o un peluche. 

Si el colapso es de tipo depresivo, además de una caja de pañuelos, quizá le autista necesite muestras de cariño. Antes de acercarse o tocarle, es mejor preguntarle si desea algo con el volumen de voz más suave posible, ya que en caso de sensibilidad auditiva cualquier ruido puede ser más doloroso de lo normal en un colapso. Si le autista acepta, es mejor no hablar, no solo por evitar una posible sobrecarga sensorial, sino también por evitar decir algo que pueda empeorar el colapso. Si quiere hablar, hay que centrarse en escuchar. 

Después del colapso 

Una vez acabado el colapso, es buena idea ofrecer una bebida, preferiblemente a temperatura ambiente o fresca, según el gusto personal. Dependiendo de la magnitud del colapso, le autista puede sentirse cansade y/o tener dolores de cabeza parecidos a una migraña. Si esto sucede, es altamente recomendable dejarle descansar y aislarle de cualquier contacto social o luz, sobre todo si le autista es sensible a alguno de estos estímulos. A pesar de tomar las medidas adecuadas, esta sensación puede durar incluso 24 horas después del colapso. O incluso más si es imposible adoptar estas medidas. 

Prevención de colapsos 

Aunque no sea posible en todos los casos, si le autista empieza a mostrar signos de nerviosismo e incomodidad como un aumento en su frecuencia al hacer sus stimmings o intenta rehuir de la situación o lugar actual, es muy posible que haya algo detonándole. Si es posible, hay que alejar a le autista del detonante y dejar que se calme, sin prisas. 

Si además de esto vemos que se empieza a mostrar especialmente nerviose y agitade, el alejar a la persona del detonante se vuelve más urgente, pues una vez que le autista explota suele ser un punto de no retorno, especialmente en les niñes. 

Como consejo extra, siempre es bueno llevar algún objeto pequeño que ayude a le autista a relajarse o evadirse, como un juguete, un dispositivo electrónico o un peluche.

1 comentario:

  1. ¡Gracias por este blog!¡Me ha ayudado a comprender mejor los colapsos que me dan!

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