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domingo, 25 de septiembre de 2022

No me llames Asperger

Es muy triste que tenga que sentarme a escribir esto. Creía que toda esta situación ya había quedado resuelta allá por 2018, ¡pero no! ¡Qué equivocade estoy!

El síndrome de Asperger, como una entidad diagnóstica propia, desapareció en 2013 para integrarse dentro del espectro autista. Lo que significa que cualquier persona diagnosticada como Asperger es autista. Aunque claro, también os digo, por experiencia propia, que depende de quien te toque, te pueden poner ambas cosas en el diagnóstico. Lo digo porque en mi diagnóstico inglés dice que entro dentro del espectro autista, y luego especifican que es Asperger. Eso fue en 2016. Por suerte, en mi historial médico solo dice espectro autista, así que no me puedo quejar mucho.

Pero la razón por la que no quiero que se me llame Asperger, o se siga viendo como un término legítimo no está tanto en el hecho de que ya no es realmente un diagnóstico que se pueda dar. El por qué reside en las acciones de la persona por la cual se llama así: Hans Asperger.

Voy a ir al grano. Hans Asperger era un nazi.

Asperger no fue el primero en documentar casos de espectro autista. Ese mérito se lo lleva Grunya Shukareva, una psiquiatra ucraniana, la cual escribió sus observaciones en seis niños y cinco niñas entre 1926 y 1927. Pero claro, la barrera del idioma hizo que los trabajos de Shukareva cayeran en la oscuridad. Y para más inri, ella era judía. Podríamos decir que Shukareva es todo lo contrario de Asperger.

El problema que personalmente tengo con el término Asperger es el siguiente: ha sido probado mediante el estudio de sus archivos médicos que Asperger estuvo involucrado en el programa Aktion T4, el cual tenía como finalidad exterminar a todes aquelles que el régimen nazi consideraba discapacitades y, por lo tanto, no lo suficientemente buenos para formar parte de la raza aria. Eugenesia pura y dura.

La cuestión es que el trabajo de Asperger buscada separar a aquelles que podrían ser provechoses en el régimen nazi de los que no lo serían. ¿Alguien con buenas dotes estratégicas? Bien. ¿Alguien con una memoria casi perfecta? Genial. ¿Alguien que no habla? ... mejor no. Pero como sabemos a día de hoy, esa separación entre bueno y no tan bueno no es tan real como la quieren pintar desde la poltrona.

Por eso creí inocentemente que el término Asperger y sus derivados, como aspie, empezarían a caer en desuso debido al oscuro pasado de Hans Asperger. Quiero decir, seguir identificándose con el apellido de alguien que colaboró en el asesinato de cientos de miles de personas como nosotres no parece una buena idea, ¿verdad? Pero de nuevo, cuán equivocade estaba.

Aunque últimamente no me paso mucho por las redes sociales, lo cierto es que no necesito ni esforzarme para encontrar a gente que aún usa estos términos como si no hubiera una problemática detrás de ellos. Y desgraciadamente no creo que sea posible reapropiárselos. Sinceramente, muchísimas veces me gustaría tener las cucharas para decirles a estas personas que quizá deberían reconsiderar cómo se identifican, ya que muchas personas dentro de la comunidad autista no nos sentimos cómodes con el término Asperger. Pero nunca se sabe si una persona va a ser lo suficientemente razonable como para esuchar educadamente, independientemente de la decisión que tome. Al fin y al cabo, cada persona es libre de identificarse con la etiqueta que considere mejor, a menos que hablemos de supremacismo aspie.

En mi caso personal, voy a hacer una lista de razones por las que no quiero que se hable de mí como Asperger, aspie, aspien (yikes, otro melón que abrir) o alguno de sus derivados:

  • Asperger era un nazi. Todo lo contrario a mi ideología política, la cual podría llamar anarcoautismo tranquilamente.
  • Soy españole, de piel moderadamente morena y pelo oscuro. Me consta que tengo parientes lejanes que son gitanes, aunque mis parientes cercanes no lo son. Claramente no arie.
  • Soy no binarie y pansexual. Por lo tanto, claramente LGBT+.
  • Según Asperger, a menos que hubiera sido asignade varón al nacer, para él no sería autista. Porque claro, él nunca observó a niñas (y niñes trans, que se sepa), así que quién sabe, quizá creía que lo suyo era cosa de niños.
  • No soy une supremacista aspie. De hecho, me quejo mucho de ese sector por las burradas que dicen para endiosarse, incluyendo el hecho de que el autismo no es una discapacidad.
  • La idea de ser llamade por un término diagnóstico que ya no existe como tal suena fatal. Por eso de que les médiques necesitan actualizar sus conocimientos y, en muchos casos relacionados con la salud mental, muchos términos diagnósticos usados hace años ahora se consideran palabras extremadamente capacitistas, cada cual por diferentes razones. Al fin y al cabo, la medicina es ciencia, y por ende, está forzada a evolucionar cada vez que nuevos hechos corrigen todo aquello que no es correcto.
  • ¿He dicho ya que Hans Asperger era un nazi? ¡Putos nazis, joder!

Os invito a explorar vuestras propias razones para que no os llamen Asperger, o por el contrario, decidir si el término está bien para vosotres. En mi opinión, creo que si le damos unos diez años pasará a ser palabras como mongólique o minusválide, que cada día se ven muchísimo menos y está cada vez más aceptado que son palabras que no deberían volverse a usar por su transfondo capacitisma. Ojalá tenga razón, pero supongo que me toca tener paciencia con esto, porque cuatro años es relativamente poco tiempo para dejar de usar algo que se consideraba correcto desde los 90. En cuanto a mí, creo que no tengo nada más que añadir.

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