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domingo, 31 de julio de 2022

El Orgullo no es una fiesta

Y si crees que es una fiesta, necesitas una lección de historia.

Pero dejad que empiece por contaros cómo mi novia, autista como yo, y muy posiblemente también TDAH, pasó de "Me apetece ir al Orgullo de Liverpool como yo misma" a "Incluir a discapacitades y neurodivergentes no debería ser algo de lo que se pueda prescindir". Ella usó el término afterthought, que en este contexto es algo difícil de traducir incluso para mí. Pero la idea está clara: muy bonito y colorido, pero no para nosotres.

Lia estaba pensando en ir al Orgullo presentándose como la mujer que es. De hecho, esta hubiera sido la primera vez que hubiera sido ella misma en público. Y, a pesar de que las hormonas claramente están haciendo cambios, es bastante complicado tener un buen pase. Así que nada, supongo que me tocaba ir con ella, porque si algo he aprendido en estos 31 años de vida es que gilipollas hay en todas partes, y si me toca liarme a hostias con alguien por ir atacando a mi novia por ser trans, no me importa hacerlo. Aunque tenga las de perder. Aunque odie ir a Liverpool los fines de semana con toda mi alma porque parece que la gente se multiplica como conejos. Amor, lo llaman.

Pues llega la noche del viernes. Por decirlo suavemente, estoy hasta los cojones de todo. Y sí, esta es la forma suave de decirlo. Llegué a mi casa del trabajo a las ocho de la tarde gracias a la huelga de transporte en mi área; me dicen en el trabajo que no puedo llevar mis propias camisetas porque obviamente no son el uniforme, y les da igual si los polos me hacen sentir fatal cuando hace calor y encima; volviendo a la huelga, teniendo que caminar un kilómetro cuesta arriba después de ocho horas de trabajo, pierdo como dos horas de mi vida esperando y caminando al lugar donde tengo que coger el autobús. Eso o pagar un taxi. Pero claro, ¿puedo estar gastando entre 10 y 20 libras de taxi a diario solo para no perder mi trabajo hasta que la huelga acabe? Creo que la respuesta está clara.

Es entonces cuando Lia me advierte de que quizá debería reconsiderar el acompañarla. Al parecer, aparte del Orgullo, había un festival a las afueras de la ciudad. Eso sumado al típico bullicio del fin de semana tenía mala pinta. Y yo, inocente de mí, y cabreade con mi trabajo por hacerme gastar dinero en camisetas negras, le digo que en cierta forma necesito ir, y que me importa su seguridad.

Tendría que haber escuchado a mi novia. Es más, quedarnos en casa hubiera sido muchísimo mejor, porque es ayer sábado cuando Lia cambió de idea respecto a ser ella misma. "Creo que no debería arreglarme. El tren va a estar muy lleno y me da miedo. Ya sabes cómo es la gente". Respeto su decisión y vamos hacia la estación. Y entramos en el tren.

Y os juro que me quería morir.

El tren estaba tan lleno que apenas había espacio para respirar. Lleno hasta el punto de que no me sorprendería en absoluto si en un par de días amanezco con covid.

Y la gente (no los llamo cosas peores porque bueno) estaba de parranda y bebiendo. A mediodía. Del sábado. Yaaaaaaaaay.

Solo diré que no tuve un colapso completo porque mi novia es la persona que mejor me entiende en este mundo y sabe cómo ayudarme. Pero, y ahora sí, los gilipollas de turno se estaban descojonando de mí, cuando yo claramente estaba llorando y deseando bajarme de ese tren. Y luego la sociedad se pregunta por qué soy más feliz viviendo prácticamente como une ermitañe. No sé, ¿quizás por la forma en la que se me trata por ser autista? Noooo, probablemente porque soy una malcríade y estoy claramente equivocade.

Después de quince minutos más largos que un día sin pan, llegamos a Liverpool. Y salimos de la estación. Y con la misma que Lia ve el bullicio sonoro del desfile, se da cuenta de que no quiere unirse. No por miedo, ya que no llevaba nada que la identificara como trans. ¿Qué mierda pinta una batucada en esto? Y decide que el Orgullo no es para ella. Por mucho que usara sus cascos, los cuales doblan como canceladores de ruido, no había forma humana de reducir lo suficiente el ruido de la dichosa batucada. Y luego el hecho de que tampoco es que hubiera muchas oportunidades de mantener cierta distancia social.

Y esa fuera la primera vez de muchas que dije "El Orgullo no es una fiesta" con pura frustración.

Me gustaría poder escribir que al final reunimos cucharas y decidimos unirmos y nos lo pasamos genial... Pero eso sería mentir. Porque después de todo el percal solo para llegar ahí ya nos habíamos quedado sin cucharas, sobre todo yo. Es más, me gustaría decir que todos nuestros planes fueron genial aparte del Orgullo, pero eso también sería mentir. Resumiendo: ayer sábado fue un día de mierda. O al menos lo fue hasta que volvimos a casa.

Mi reflexión de ayer, ahora que he dormido bien y me siento mejor, es que no podemos tener una comunidad arcoiris que sólo es capaz de acoger sólo a les miembres no discas y neurotípiques, y que al menos en Reino Unido no tenemos lugar para fiestas ahora mismo. Dejad que elabore.

Algo que constantemente se critica de la comunidad LGBT es que no es precisamente accesible si eres disca o neurodivergente. El hecho de que la principal actividad para celebrar nuestra existencia sea un desfile en el que el ruido y el bullicio son la norma excluye a una buena porción de la comunidad. Algunes usuaries de sillas de ruedas podrían unirse, pero otros quizá no. Les autistas como mi novia y yo directamente huiríamos en dirección contraria del desfile porque la idea de tener un colapso no suena precisamente bien. Personas con ansiedad social podrían no sentirse a gusto con el bullicio y también huirían despavoridas. Y así, muchísimos más ejemplos.

¡Ojo! No estoy criticando la existencia de los desfiles. Siento que son necesarios porque, por mucho que a cierto grupo de gente no le guste, el Orgullo Cishet (?) son los otros 364 días del año. Y porque ser heterosexual y cisgénero no te convierte en parte de una minoría oprimida, por mucho que el grupito vocal que piensa que esto no es verdad quiera creer. Es más, me alegra que existan los desfiles. Me alegró ver gente llevando la bandera pansexual y la bandera no binaria como capas. El problema es que no toda la comunidad LGBT puede formar parte del evento más importante porque no es accesible. Es algo que hay que cambiar.

En cuanto a la razón política por la que no deberíamos estar celebrando, al menos en Reino Unido, es que con todo el mundo girando peligrosamente hacia la derecha, las burradas que el gobierno británico está cometiendo contra la comunidad trans deberían ser clasificadas como violaciones a los derechos humanos, si es que ya no lo son. Como por ejemplo, prohibir las terapias de conversión cuando se refieren a orientación sexual, pero no a identidad de género. O pasarse la totalidad de un debate sobre legalizar la existencia de las personas no binarias hablando de lo malas que son las mujeres trans, especialmente en los baños. ¿Gente no binaria? ¿Qué. Es. Eso? Y estos son los ejemplo que se me vienen a la mente primero, pero me apuesto que hay más. Y más que vendrán, porque la señora que tiene más papeletas de convertirse en la ilegítima primera ministra ha estado apoyando el ideario transexcluyente.

En resumen: sí, hemos avanzado muchísimo en estos 50 años, hasta el punto de que es posible celebrar nuestra identidad LGBT. No obstante, estas celebraciones no son accesibles para todes les miembres de la comunidad LGBT. Además, la mayoría de los gobiernos del mundo no están por la labor de proteger o mejorar los derechos que hemos ganado a golpe de luchar por ellos.

¡Y eso sin mencionar el capitalismo rosa! ¡Yaaaaaaaaay!

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