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sábado, 4 de enero de 2020

Lo que no te contaron sobre las dietas autistas

Uno de los contras de ser una persona autista es que muchas veces te encuentras con gente que cree que posee la solución para curarte (sin éxito, obviamente) o, al menos, hacerte “menos autista”. Dietas sin caseína ni gluten, algas, aceite de coco… Seguro que hay muchas más dietas y consejos alimenticios ahí afuera, pero estos son los casos más conocidos. 

El problema de que estas dietas existan es que crean una falsa esperanza de curación en aquelles progenitores cuyes pequeñes acaban de ser diagnosticades y no saben casi nada de autismo. Como consecuencia, este tipo de dietas puede traer problemas de salud e, incluso, pueden ser el primer paso en un camino lleno de falsas soluciones magufas, cuya última parada puede ser la muerte. 

Entonces, si es cierto que estas dietas no funcionan, ¿por qué existen aún? Porque “a veces” sí que funcionan. Pero no del modo en el que elles creen. Y aquí es cuando entran las intolerancias alimentarias y condiciones o enfermedades intestinales. 

Una intolerancia alimenticia es la reacción adversa del organismo al ingerir ciertos alimentos. A diferencia de las alergias, cuyos efectos son inmediatos y pueden ser letales, las intolerancias presentan una serie de síntomas como hinchazón, gases y malestar general, y no presentan un riesgo para la vida, como puede suceder con las alergias. Además, hay que tener en cuenta la existencia de condiciones y enfermedades como el síndrome de colon irritable, enfermedad de Crohn o diverticulitis. La presencia, o incluso sospecha, de que existe una intolerancia o una enfermedad intestinal debería hacernos pensar en nuestros hábitos alimenticios. 

En mi caso personal sé muy bien de lo que hablo porque sufro diverticulitis y además sospecho ser intolerante a la lactosa. Poseo la habilidad de poderme comunicar verbalmente la mayoría del tiempo, lo que me ayuda a expresar mi malestar al experimentar reacciones adversas alimenticias, o los problemas que me trae la diverticulitis aunque me esfuerce en seguir todas las recomendaciones al pie de la letra. Por lo tanto, es más fácil saber qué es lo que está mal con mi cuerpo, y remediarlo cambiando mis hábitos de manera acorde. Pero no todas las personas autistas son adultes que poseen maneras socialmente aceptadas de comunicarse y conocimientos básicos sobre alimentación o salud digestiva. 

¿Qué pasa si un niño es celíaco pero no lo sabe? ¿O una mujer adulta empieza a tener problemas comiendo ciertos alimentos y es debido a una enfermedad intestinal? Y aquí es cuando entran las mentadas dietas autistas. Como lanzar disparos al aire, quizá, con suerte, puedan acertarle a una paloma en pleno vuelo. ¿Pero cuál es la probabilidad de que esto suceda? En estos casos, en lugar de probar este tipo de dietas a ciegas “porque otra mamá autista en internet lo dijo”, hay que buscar ayuda profesional. 

Entiendo que los síntomas de una intolerancia o una enfermedad pueden ser muy disruptivos, y si alguna de estas dietas logra eliminar ese malestar, se considera que la dieta ha sido un éxito y la persona ya no es autista. Pero hay que tener muy claro que esos síntomas nunca fueron causados por el autismo en sí. Quizá los hizo parecer peores, ya que a veces el ser autista puede amplificar ciertas condiciones. No obstante, no porque el niño de mi ejemplo haya dejado de tener problemas en el baño no significa que ya no sea autista. Solo que sus síntomas de celiaquía ya no se manifiestan porque su condición se está controlando. 

Es como a mí me sucede. No porque haya dejado de consumir lactosa o carnes rojas he dejado de ser autista. Cierto es que ya no tengo crisis relacionadas con la ingesta de estos alimentos. Pero eso no tiene que afectar a cómo mi cerebro ha sido creado. Una dieta libre de gluten y caseína podría parecer buena para mí. Pero no lo es debido a que mi cuerpo sí es capaz de procesar gluten, y por lo tanto, prescindir de un alimento sin razones concretas no es algo que muches doctores estén dispuestes a aceptar. En cambio, si prescindo de las carnes rojas mi médico estaría de acuerdo ya que es un alimento que me afecta negativamente y que está probado que provoca efectos adversos en casos de diverticulitis. 

Si tienes un peque autista y estás considerando probar una de estas dietas, habla primero con un médico. Descarta alergias. Descarta intolerancias. Considera la posibilidad de enfermedades intestinales, quizá incluso si no hay antecedentes familiares. Pero, antes de cambiar estos hábitos alimenticios, agota la vía profesional primero. Sé que es falaz, no obstante, no hay que hacer caso de todo lo que puedes encontrar en internet. Y un cambio dietético puede ser el inicio de un efecto mariposa con devastadoras consecuencias. Hazlo solo si estás segure de ello. 

Pero no curarás su autismo. Nunca. No te preocupes, ser autista no es malo. Es simplemente diferente.

martes, 31 de diciembre de 2019

Esperanza

No suelo improvisar lo que escribo en este blog. Suelo leer sobre el tema que voy a tratar. Me informo para que otres no tengan que hacerlo por mí. Y como me gusta que lo que escribo sea contenido duradero, rara vez suelo caer en tópicos temporales. Pero hoy siento que es el día perfecto para romper con todo esto.

Porque, aunque para mí sea solo un martes, no deja de ser un día especial.

Lo que me gusta de esta época del año es que mucha gente piensa en las cosas buenas que han pasado en su vida. Sin embargo, en esta ocasión, ya que lo que termina también es una década, algunos resúmenes son más globales. Y yo quiero tener una visión un tanto optimista.

Si me hubieran dicho hace diez años que aceptaría que soy autista, que me querría tal y como soy y que habría otros muches que también lo harían, no me lo hubiera creído. De hecho, aún sigo sin creer que mis palabras han traído un cambio positivo a muchas personas ahí afuera. Que de no ser porque, un día de finales de 2015, me harté de las gilipolleces capacitistas de mi ex, quizá lo que conocemos hoy de activismo autista en español sería diferente. O al menos la minoría que hablamos desde la perspectiva del paradigma de la neurodiversidad.

No considero que mi papel haya sido tan crucial, ya que por mis problemas de salud me he pasado bastante tiempo apartade del activismo. Pero eso no significa que no haya hecho nada o no tenga importancia. Mi voz es solo una de las muchas voces que oigo ahora mismo, y me gusta saber que no estoy sole. Que en este tiempo hemos pasado de no tener ninguna relevancia a empezar a convertirnos en un murmullo que puedes escuchar si prestas atención.

Cierto es que mi vida personal tampoco ha sido nada fácil. He salido de un hogar abusivo y en el que claramente no se me quería, me he enfrentado a la edad adulta sin toda la ayuda que realmente hubiera necesitado e incluso he llegado a ser une sin techo por un tiempo. Aún tengo que lidiar con mis problemas de salud. No obstante, soy una persona más fuerte, más segura y más sincera conmigo y con les demás. Y sé que algún día las cosas serán mucho mejor de lo que lo son ahora, porque tengo amor. Amor propio, amor de mis amigues y amor de mi pareja. Porque me quieren y me aceptan tal y como soy. Me quieren siendo Sariel, y me quieren siendo autista.

Sé que el ser autista no es sencillo. Aún enfrentamos muchos problemas, bastantes de ellos peligrosos, e incluso letales. Pero, si lo pienso fríamente, puedo decir que gracias a los esfuerzos de todes les que estamos alzando nuestras voces, las cosas están mejorando lentamente. Nos queda mucho camino por recorrer, pero estamos avanzando. Sin prisa, pero sin pausa.

Esta es mi esperanza. Mi vida ha mejorado en estos últimos diez años. Me ha sido muy difícil llegar hasta donde estoy hoy, pero lo he conseguido. Y lo he hecho siendo fiel a mí misme, hasta el punto de que incluso me he dado cuenta de mi verdadera identidad de género. Porque esa niña a la que su familia trataba como un trozo de basura nunca existió realmente. Era el cascarón de la persona que hoy escribe estas palabras. Ella no era más que la sombra pálida del brillo que estaba por venir, a pesar de todas las desventuras que me esperaban.

Quiero que vosotres también tengáis esta esperanza. La vida es dura y despiadada, y nunca sabes qué varapalo puede venirte mañana. Sin embargo, tienes la compañía de la persona más importante de tu vida: tú misme. Ámate, acéptate tal y como eres, y aunque sé que no va a ser un camino fácil, hará que poco a poco las cosas mejoren. Seas autista o no.

Y, si resulta que eres autista, no pasa nada por tomarte tu tiempo. A nosotres nos lo ponen aún más difícil incluso para autoaceptarnos. Créeme, merece la pena. 

Ojalá mi esperanza también se convierta en la vuestra. Porque nosotres también merecemos vivir. Porque el mundo es un lugar un poquito mejor simplemente porque estamos aquí. Pertenecemos a este mundo, ahora solo tenemos que buscar nuestro lugar.

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